jueves, 6 de noviembre de 2008

La nueva cultura digital


En la práctica, este camino hacia una mayor unión de la sociedad humana exige un cambio de cultura, comenzando por un profundo cambio de hábitos de trabajo en la vida cotidiana. Y esto supone un entrenamiento particular que no es fácil pero merece ser ensayado ya que sus ventajas son evidentes. Por de pronto ayuda a nivelar los tiempos de ocio y de estudio. Disminuye el estrés del cambio. Por ejemplo, salir o volver de vacaciones no significará un salto tan brusco de actividad para los alumnos y profesores. Desaparecerán tanto la urgencia de "dejar todo listo" al partir, como la montaña de tareas al regreso y las decisiones en lista de espera. El "escalón" de las vacaciones se hará menos abrupto, más gentil y podríamos llegar de esta manera a una mayor armonía personal. Este aspecto primará en la educación a distancia, que no se suspenderá jamás por vacaciones. Siempre encontraremos alguien en red con nosotros para aprender y para enseñar, en todo momento. Pero el hecho de estar siempre conectado, de estar siempre en red, no significa estar atado a una tarea sino todo lo contrario, crea una sensación de enorme libertad, que podemos ejercer en cualquier momento y lugar.
Nos atrevemos a pensar que no siempre se descansa cuando uno se "desconecta". Estos nuevos hábitos digitales de estudio comenzarán a desarrollarse en la escuela y continuarán perfeccionándose durante toda la vida bajo la forma de una capacitación permanente. El cambio será muy profundo y tendrá consecuencias insospechadas para la educación en su conjunto, para la sociedad global y para cada uno de nosotros. Lo que se protegerá es el verdadero descanso, absolutamente necesario para el equilibrio físico y espiritual de las personas cuando el trabajo o el estudio transiten con mayor facilidad por las redes digitales. Estos tiempos de descanso y de trabajo no obedecerán más a un rígido cronograma burocrático, estarán regulados por nuestro propio reloj interno.
Un consejo elemental: hay que practicar el ejercicio de eliminar, dentro de lo posible, el documento en papel. Eso lleva tiempo, pues hemos acumulado siglos de una cultura de la impresión sobre papel, montañas de documentos públicos y privados. Ahora sabemos que el papel es caro y se deteriora, que los libros, diarios y revistas no se pueden conservar por largo tiempo, que es preciso encontrar soportes más ecológicos, duraderos y flexibles para su consulta. La respuesta, una vez más, es la digitalización: el bit es incorruptible. Así lo han entendido perfectamente muchos documentalistas y bibliotecarios pero pocos educadores.
Al comienzo se dan situaciones híbridas, a saber, la coexistencia de textos impresos y textos digitalizados, como cuando un arquitecto despliega un plano sobre papel que ha sido generado por computadora y que podría consultarse directamente desde la máquina. Pero con el tiempo será posible adquirir el hábito de comunicarse sin papeles. Incluso el fax de papel resulta obsoleto frente al modem/fax que permite enviar y recibir mensajes directamente desde la computadora.
Una vez establecida la red entre los alumnos y sus profesores, las cosas empiezan a marchar a otro ritmo. Uno de los beneficios inmediatos es que disminuye la acumulación de tareas. Comenzamos a resolver los problemas sin agobiarnos porque el trabajo no se acumula, se procesa por partes. En la red digital vivimos "conectados", estamos siempre on line, es decir integramos un sistema de comunicación permanentemente abierto. Con esta enorme ventaja: los mensajes digitales no interfieren con el descanso ni con el trabajo. El destinatario los consultará en el momento más adecuado. Pero la respuesta también puede ser inmediata, si fuera necesario, cuando los interlocutores resuelven encontrarse simultáneamente en línea. Es difícil transmitir el valor de esta experiencia dialogal y digital a distancia.
Este libro ha sido escrito de esta manera y en muchas ocasiones fue procesado durante todo el día y casi toda la noche. Uno de nosotros es búho (prefiere trabajar de noche) el otro alondra (prefiere la madrugada). Este diálogo electrónico no es simplemente una conversación telefónica entre amigos o un intercambio entre autores que comparten muchas ideas. Se trata de un nuevo género de presencia virtual entre interlocutores distantes cuyos mensajes perduran y adquieren como una vida propia. Nuestro libro se fue armando lentamente, al correr de los meses. Nunca desapareció en un cajón, siempre "estaba allí", on line, a nuestra disposición en el espacio digital. Hicimos en total cientos de versiones, con la mayor tranquilidad, sin apuro. Tal vez el resultado no revele suficientemente esta persistente y minuciosa tarea, tejida sin prisa ni pausa. Pero al hacerlo de esta manera experimentamos cómo se desenvuelve un proyecto en el "tiempo digital".

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